Chiste: Dos Chinos en NewYork
Una vez, dos matemáticos chinos andaban de viaje en Nueva York, pero una noche decidieron ir a ver lo mas famoso de la ciudad:
Decidieron ir a un table dance y deleitar sus diminutos ojos con las belleza de las mujeres de occidente.
Siendo matemaíticos, y para no pagar la entrada en vano, acordaron que solo uno de ellos entraria; si estaba bien el ambiente, Este avisaria enseguida al otro por medio del mesero.
Cuando entró el primer chinito, en chinga se maravillo con el lugar, sobre todo por que no solo se deleito con la vista, si no que vio la libertad que habia de «meter las manos en la masa.»
Despues de 1 hora, por fin le mando al amigo una nota con el mesero, que decia:
– 61,31,41,/+31+41,20,20,20.
Cuando el chinito vio esto, entro en putiza al lugar.
El mesero quedo sorprendido de que el otro hubiera entendido con solo mirar los numeros.
Enseguida fue a preguntarle a los chinitos que significaban, a lo que respondieron :
– Ah! Muy sencillo: 61, 31, 41/+31+41, 20, 20, 20. Se senta uno, tenta uno, calenta uno, entle mas tenta uno, mas calenta uno Vente, vente, vente!
La Gallina
Un wey va a un table dance y pregunta cuál es la chica más barata, porque no tiene dinero y tiene una urgencia.
Al final paga 1 dolar y lo meten en un cuarto con espejos donde hay una gallina, y como el vato está desesperado va y se la chinga.
Al cabo de unos días, este hombre vuelve a ir al table, y como quiere probar algo nuevo, pregunta si tienen actuaciones en vivo. Asi que le meten en un cuarto donde hay gente sentada mirando a una especie de ventana, y al otro lado se ve a una chica dandose amor con un vibrador. Así que este hombre, todo entusiasmado, le dice a uno de los que están sentados:
– Oye, qué bien esta esto, ¿no?.
– Bah, pues esto no es nada -le responde -, el otro día había un wey chingandose una gallina…
La hija de mi amiga
Se encuentran dos viejas amigas en la calle.
– Hola, ¿cómo estás?, y tu hija Margarita, ¿cómo está?.
– Yo estoy bien, y mi hija mucho mejor. Hace poco empezo a trabajar y su jefe de inmediato le regalo un carro, un abrigo de pieles, y muchas joyas.
– Y a tu hija Maria Emilia, ¿cómo le ha ido?.
– Pues mal, ¡me salió igual de p*ta que tu hija Margarita pero no con tan buena suerte!.
El abrigo de pieles
Esto es una chica de la moral distraida que se va a una tienda de lujo en la quinta avenida de Nueva York y se compra un abrigo de piel carisimo. Al salir se encuentra con un grupo de defensores de los derechos de los animales, que van y le queman el abrigo:
– ¿Sabe usted cuántos animales han muerto para hacer ese abrigo?.
– ¿Y tú sabes cuántos animales he tenido que c*germe para comprarlo, pedazo de p*ndejo?.